viernes, 18 de febrero de 2011

La caridad en tiempos de guerra...


La Caridad por definición es una virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, mas por convicción es la práctica organizada de la prestación de auxilio a los más necesitados, sin embargo, vemos con tristeza como atravez de los años esta practica filantrópica ha ido en disminución en cuanto a las personas que la practican. Ah últimas fechas se ha publicado una cifra fría que dice que solo el 9% de la población mundial se dedica a algún tipo de trabajo voluntario, sin embargo mas allá de números el problema actual es la falta de confianza y credibilidad que se tiene en aquellas instituciones, fundaciones u organismos no gubernamentales que se dedican a promover u organizar actividades de donación ya sea en efectivo o especie. Todos hemos sido testigos de la pronta proliferación de grandes campañas como Teletón o de redondeos en centros comerciales donde al hacer nuestras compras se nos pide donar nuestros pesos o centavos a favor de alguna buena causa, causa que la mayor parte de las veces no sabemos cual es, pues no se tiene a la vista ninguna publicidad o aviso que nos haga saber a que sector de la comunidad estamos ayudando, y esto es solo la punta del iceberg, por que detrás viene la complicada forma por la cual estos recursos llegaran a quien en verdad los necesita, ¿cuantos impuestos serán evadidos en ese tramite?¿es verdad que es una forma novedosa de evadir impuestos?¿llega el total del recurso a manos de las instituciones filantrópicas? estos cuestionamientos sin respuestas concretas a la larga desgastan la voluntad de los donadores y terminan por incidir negativamente en el monto recaudado, lo cual afecta no a las grandes empresas recaudadoras sino a las instituciones que serian objeto de la donación y por ende a los sectores vulnerables de la comunidad a quien serian dirigidos esos recursos.

Pero esta desconfianza no es privativa de las donaciones formales, también se presenta en la caridad de calle, por ejemplo, cuando vemos a una mujer indígena acercarse a nosotros y extender su mano con gesto de suplica lo primero que se nos viene a la mente es ¿realmente trae un niño en ese bulto deforme e inerte que cuelga de su reboso? o ¿que tal reaccionamos con los limpiaparabrisas, tragafuegos, franeleros o vendedores de cualquier periódico o cháchara que se acercan a los coches en los principales cruceros de nuestra capital? generalmente en grupos y bajo el influjo del alcohol o alguna droga, que si en algún momento provocaron la caridad, actualmente provocan miedo, desconfianza o hasta ganas de pisar el acelerador y salir huyendo ante el temor de ser asaltados, golpeados o por lo menos ofendidos ante la gama de insultos que nos dirigirán en caso de no otorgarles la moneda que solicitan. Y como vivimos en una cultura que tiende a generalizar y encasillar a los desprotegidos, quienes en realidad se encuentran en necesidad extrema se ven afectados por la falta de cooperación de quienes teniendo las posilidades económicas de brindar ayuda, no lo hace pues no sabe realmente si la misma cubrirá necesidades básicas o será usada para fomentar la vagancia o algún tipo de vicio.
Desgraciadamente vivimos en un tiempo de guerra, de guerra social, intelectual y hasta de conciencias, donde la confianza y la caridad son tan escasas como el recurso económico para practicarla, sobretodo por que la caridad ya no se pide a voluntad, ya se le pone tarifa…

en twitter: @mgraciabdk

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